- Editorial:
- TREA EDICIONES, S.L.
- Año de edición:
- 2009
- Materia
- Historia de europa edad antigua
- ISBN:
- 978-84-9704-418-9
- Páginas:
- 320
- Encuadernación:
- Rústica
- Colección:
- CORONA DE ESPAÑA
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JUAN II REY DE CASTILLA Y LEON 1406 1454
PORRAS ARBOLEDAS PEDRO ANDRES
Disponibilidad:
El reinado de Juan II ocupa prácticamente la primera mitad del siglo xv, época en la que se reciben las influencias humanísticas que van a marcar la cultura castellana en adelante, así como las ideas políticas que propugnaban un poder concentrado para el monarca (el poderío real absoluto). A pesar de todo ello, la personalidad de un monarca pusilánime y vacilante, como sin duda lo fue el hijo de Enrique III, resultó poco apropiada para aprovechar todas las ventajas que las nuevas corrientes de pensamiento ofrecían. En puridad, más que una biografía regia habría que hacer la de su favorito, el condestable Alvaro de Luna, que fue quien durante la mayor parte del reinado personificó la figura de un monarca políticamente ausente. Si a esto añadimos que Fernando de Antequera, hermano de Enrique III y corregente durante la minoría de su sobrino, decidió utilizar su influencia para colocar a su prole en los puestos clave de la vida política peninsular, entenderemos que fue un reinado básicamente revuelto. Revuelto por la actividad de un ½monarca+ no legítimo (el condestable Luna), por las intrigas continuas de los infantes de Aragón (los hijos del monarca aragonés Fernando I, el de Antequera) y por el ansia levantisca y acumuladora de señoríos y rentas de la mayoría de la nobleza. Podría decirse que el reinado de Juan II es el resultado de los enfrentamientos a numerosas y cambiantes bandas de estos tres grupos de actores, donde el condestable era el único que miraba por el decoro de la real corona (sin perjuicio de jugar a convertirse en el señor más poderoso del reino y con la clientela política mejor nutrida). Mientras tanto, el pueblo castellano asistía atónito a hechos que escapaban totalmente a su control.
El reinado de Juan II ocupa prácticamente la primera mitad del siglo xv, época en la que se reciben las influencias humanísticas que van a marcar la cultura castellana en adelante, así como las ideas políticas que propugnaban un poder concentrado para el monarca (el poderío real absoluto). A pesar de todo ello, la personalidad de un monarca pusilánime y vacilante, como sin duda lo fue el hijo de Enrique III, resultó poco apropiada para aprovechar todas las ventajas que las nuevas corrientes de pensamiento ofrecían. En puridad, más que una biografía regia habría que hacer la de su favorito, el condestable Álvaro de Luna, que fue quien durante la mayor parte del reinado personificó la figura de un monarca políticamente ausente. Si a esto añadimos que Fernando de Antequera, hermano de Enrique III y corregente durante la minoría de su sobrino, decidió utilizar su influencia para colocar a su prole en los puestos clave de la vida política peninsular, entenderemos que fue un reinado básicamente revuelto. Revuelto por la actividad de un «monarca» no legítimo (el condestable Luna), por las intrigas continuas de los infantes de Aragón (los hijos del monarca aragonés Fernando I, el de Antequera) y por el ansia levantisca y acumuladora de señoríos y rentas de la mayoría de la nobleza. Podría decirse que el reinado de Juan II es el resultado de los enfrentamientos a numerosas y cambiantes bandas de estos tres grupos de actores, donde el condestable era el único que miraba por el decoro de la real corona (sin perjuicio de jugar a convertirse en el señor más poderoso del reino y con la clientela política mejor nutrida). Mientras tanto, el pueblo castellano asistía atónito a hechos que escapaban totalmente a su control.