ARQUITECTO JAVIER AGUIRRE ITURRALDE (1850-1939) EL

ARQUITECTO JAVIER AGUIRRE ITURRALDE (1850-1939) EL

ENTRE ASTURIAS Y EL PAÍS VASCO

GONZÁLEZ ROMERO JOSÉ FERNANDO

25,00 €
IVA incluido
Editorial:
TREA EDICIONES, S.L.
Año de edición:
2018
Materia
Ensayo de arquitectura
ISBN:
978-84-17140-46-5
Páginas:
224
Encuadernación:
Rústica
Colección:
PIEDRAS ANGULARES

Disponibilidad:

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La vida y la obra de Javier Aguirre Iturralde se sitúan en la denominada Edad de Plata de la cultura española, marcada por el naturalismo cultural propio del periodo histórico conocido como la Restauración Borbónica (1875-1931). Se le puede encuadrar, por su nacimiento en la segunda mitad del siglo xix, dentro de la Generación de 1900, uno de los periodos más brillantes de la arquitectura española, marcado por el eclecticismo finisecular, su canto de cisne en los modernismos y la lenta implantación de la corriente funcional y racionalista.
El arquitecto donostiarra se caracterizó por sus novedosos diseños de plazas y paseos cubiertos de hierro y cristal, su sensibilidad social frente a equipamientos como hospitales, escuelas, casas baratas o presidios, y una pericia técnica en sus proyectos de infraestructuras públicas y planes de urbanización. Debido a todo ello, representó una figura capital durante dieciséis años en la modernización de la capital del Principado y de la la región asturiana al servicio de su Diputación Provincial y, durante cerca de cuarenta años, en la transformación de Vitoria a disposición del Consistorio.
El Mercado del 19 de Octubre para el Fontán, la Cárcel Correccional del Naranco o la Casa Masaveu en Cimadevilla, todas estas obras en Oviedo, bastarían para encuadrarle entre los máximos representantes de la arquitectura española de entre siglos. Contribuyó a introducir la arquitectura de hierro en el norte peninsular y siempre se movió dentro de una línea racionalista, patente en las prolijas memorias acompañadas de sus minuciosos planos. La guerra y la piqueta destruyeron dos obras cumbres, como fueron el Hospital de Llamaquique (1882) o la plaza de Abastos de Vitoria (1887).
Como fuentes para abordar su biografía y el desarrollo de su profesión, se pueden señalar las siguientes: las pormenorizadas memorias que acompañan a los expedientes de sus encargos, que reflejan la necesidad de su realización, además del enfoque ideológico y profesional con que se abordan; los planos de sus proyectos, que con el paso del tiempo ganan en calidad, extensión y riqueza de tintas, con sus soportes de papel vegetal o tela; las fotografías antiguas, las noticias de la prensa escrita o la correspondencia con compañías como Asturiana de Zinc.

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